EL PROPIO VALOR
Sé con certeza de la importancia de ponerse en valor, llegué a esta convicción mucho tiempo atrás, sin embargo, las experiencias de mi pasado tienen aún cierto peso energético y han dificultado que la afirmación anterior sea un hecho consolidado en mi experiencia íntima. Supongo que esta circunstancia mía es bastante común entre muchos seres humanos cuyo objetivo consciente es el autoconocimiento al servicio de la propia liberación. No se alcanza el propio valor en detrimento de la valoración que hacemos del prójimo, no obstante, es cierto que la baja autoestima nos lleva con frecuencia a sobrevalorar a ciertas personas y a cerrar los ojos frente a sus turbias intenciones depredadoras. Habría mucho que hablar sobre esto, y sé perfectamente de lo que hablo, pues acabo de vivir en primera persona una experiencia que ha puesto de manifiesto este hecho recurrente en mi trayectoria de vida, una experiencia de descompensación que ya ha entrado en vías de resolución gracias a mi determinación, y que si bien me ha causado dolor, desasosiego y pérdida energética, me ha servido para realizar un profundo trabajo de observación, revisión y focalización con la firme intención de liberarme de mis propios condicionamientos mentales emocionales y energéticos, causantes de tanto infortunio y dolor.
Entiendo que, tal y como son las cosas aquí en este paradigma disfuncional de tercera dimensión, no podemos recuperar el propio valor si no nos comprometemos primero de forma contundente con descubrimiento y conocimiento profundo de nuestro propio ser a la vez que nos mantenemos en contacto voluntario con la propia Divinidad Interna. Esto es así porque el inconsciente tiene un peso mucho mayor que el consciente e influye, de forma directa, aunque velada, en la calidad de nuestras creaciones. Nos traicionamos a nosotr@s mism@s sin saberlo una y otra vez, y el fruto desafortunado de nuestras creaciones inconscientes contribuye a mermar la autoconfianza y la autoestima. Hay que romper con esta inercia, pero para ello precisamos honestidad, coraje y determinación. Cada ser humano atesora un valor incalculable y un potencial creativo de consciencia que está ahí para ser descubierto y aplicado. En ello radica la luminosa posibilidad de liberarnos en primera persona y liberar al mundo de la perversidad, la iniquidad y la depredación. No hay otro camino.