Dejo de lado todos los pequeños propósitos del día a día para indagar hacia adentro y hallar las palabras con las que pueda definir mi Propósito. La definición tiene que ser escueta y sintética, la extensión se vuelve inútil y se convierte en dispersión y por lo tanto en pérdida de consciencia. Entro en el silencio. Permanezco en él. Tras un rato de silencio repito mentalmente la palabra Propósito y vuelvo a la pregunta: ¿Cuál es mi Propósito? Atiendo calmadamente para seleccionar la respuesta . Mi Propósito es… Erigirme Soberana en plenitud, conectada siempre, eternamente, al Amor de la Fuente.
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