Retrospectiva, 2º escrito del 24 de mayo del 2020

   Acabo de ver un vídeo cortito de Claudia González de Vicenzo que se titula Aventureros. En él Claudia hace referencia a la necesidad de hacer un trabajo profundo de limpieza. Me encanta esta mujer, vaya por delante, y comparto completamente la percepción de lo que dice en este vídeo. Efectivamente, estoy plenamente consciente de hay que hacer un profundísimo y efusivo trabajo de limpieza, hay tanta mugre y tanta mierda para limpiar, que el trabajo puede llevar toda una vida. Estoy plenamente consciente, también, de que todas (o casi todas) las personas que estamos encarnadas en este planeta somos responsables de toda la inmundicia que hay. Yo vine a hacer este trabajo de limpieza y me di cuenta de ello hace muchísimos años. Me lo tomé muy pero que muy en serio. Me tocó (o elegí) hacer mucho trabajo físico de limpieza, reciclaje, restauración y restructuración de espacios y sigo en ello. Aunque en un momento dado dejé de hacer este trabajo para otras personas y me dediqué a hacerlo básicamente para mí, aunque el resultado, obviamente, lo disfrutan también otras personas. Me tocó también (esto en realidad nos toca a tod@s) hacer mucho trabajo metafísico de limpieza, básicamente, limpieza emocional y limpieza mental. No se me cayeron los anillos por ello, aunque sí me los quité voluntariamente. Llevo toda una vida arremangándome. Tan entregada estaba a este trabajo, que en algunos momentos casi sólo existía esto. Pero claro, nada más lejos de la realidad, se puede seguir limpiando sin que ello nos impida disfrutar de otras realidades liberadas que ya no necesitan ser limpiadas. En eso estoy. Se puede decir que, tanto, tanto he limpiado que las posibilidades de disfrutar de realidades liberadas son cada vez mayores y frecuentes. Eso no significa que vaya a caer en la prepotencia de creerme que ya lo tengo todo hecho. De hecho, si sigo aquí, es porque quiero seguir participando de esta experiencia. Un abrazo limpio, diáfano, transmisor del Amor que somos.