He prescindido siempre de los medios oficiales de “información”. No por falta de interés en averiguar y conocer, sino porque supe percatarme desde muy temprana edad de la falsedad, la arbitrariedad y la manipulación que se destilaba de ellos. Tengo un don natural de penetración que me permitía ver más allá de las apariencias. Este don ha ido siempre acompañado de una gran curiosidad y un enorme interés por comprender las causas y las verdades detrás de los hechos. La experiencia de ir a contracorriente no fue fácil, muchas veces fue más bien arriesgada y dolorosa. Desde temprana edad pude observar y percibir la distopía y el sinsentido del funcionamiento de mi propio sistema familiar porque elegí para nacer una familia disfuncional con acentuadas perturbaciones mentales. A medida que iba creciendo me fui percatando también del sinsentido del funcionamiento de la escuela y de las instituciones de formación, me di cuenta de que lejos de promover el desarrollo de la creatividad, la inteligencia y el valor individual de tod@s l@s niñ@s, se promovía la competitividad y la discriminación mediante un feroz adoctrinamiento basado en un sistema de memorización de un montón de información vacía de contenido real y un despiadado sistema de evaluación que nos clasificaba entre apt@s y no apt@s. Me di cuenta de la perversión del objetivo real detrás del sistema educativo que perseguía y persigue la alienación y el sometimiento de las mentes para que las personas sean manipulables y maleables y para nada conscientes y soberanas. No pude seguir con mi formación, me fue imposible, la dejé pronto, me resultaba perturbadora y la sentía muy lejos de mi naturaleza. He sido una inadaptada en muchos sentidos. He ido viendo como la sociedad y todos sus sistemas sociales, políticos, económicos y administrativos se degradaban cada vez más llevando a los seres humanos a situaciones insostenibles de sufrimiento, enfrentamiento, enfermedad y carencia no sólo material, sino moral y afectiva; he sido consciente desde hace muchos años de una conspiración global y profunda que perseguía de forma encubierta el total sometimiento del ser humano más allá de lo imaginable, he ido viendo como la inercia perversa del sistema arrastraba las mentes de muchísimas personas hacia la perversión, veía claramente que la humanidad estaba siendo empujada al endurecimiento creciente de la disfuncionalidad y la distopía más absolutas.
Aunque en algunos momentos de mi vida me haya sentido prácticamente vencida por la desolación, por suerte para mí llegué también a comprender, por observación de la propia experiencia, el funcionamiento del proceso creativo humano. Llegué a comprender que la armonización de mi propia realidad depende de mí y que cuando yo estoy en un estado amoroso y armonizado la Vida me responde con dulzura, oportunidad y sincronicidad sin que yo tenga que maquinar nada para que esto sea así y sucedan las mejores cosas. Comprendí muy pronto que el equilibrio y la armonía interna no son posibles para quien no fuera capaz, no sólo de mirar y conocer los oscuros propósitos de las fuerzas perniciosas que manejan los hilos del mundo, sino capaz de sustraerse de la inercia absolutamente maléfica y destructiva del sistema.
Me di cuenta de que cuando hay un interés genuino de conocerse en profundidad y de ver y comprender las verdaderas causas detrás de los hechos y sucesos propios internos y externos, cuando ese interés se sostiene en el tiempo de forma ininterrumpida, la consciencia se expande de forma orgánica y se amplía y afina la mente perceptiva, de forma que realidades cada vez más expandidas aparecen en la pantalla de la consciencia; así mismo las falsedades se revelan y caen por sí mismas ante la veracidad de la propia mirada.
Me percaté de que Amor y Espiritualidad no tienen nada que ver con el concepto inculcado de caridad cristiana, con la falsa idea de “bondad” que se sustrae de la realidad muchas veces pervertida y perversa, y que tantas veces ha llevado a los seres humanos por el camino del victimismo a vivir la experiencia de la víctima en primera persona, permitiendo y perpetuando la maldad del victimario. Hasta donde yo soy capaz de comprender, Amor y Espiritualidad son el verdadero legado de nuestra naturaleza humana, la Realidad última que nos protege de la falsedad y de toda distorsión, la condición Divina que nos ha dotado de nuestra capacidad perceptiva, de la inteligencia para discernir, discriminar y elegir. La bondad humana empieza en la noble y benigna intención de velar por la integridad del propio sistema como una madre amorosa vela por su bebé, lo abraza y lo alimenta. La bondad humana se describe a sí misma a partir de ese gesto inicial y de ahí se trasmite de forma natural hacia todos los seres y cosas de la creación, atrayendo hacia el ser lo que le hace bien y alejando del ser aquello que no le corresponde, no le pertenece y no es para él.