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EL MECANISMO DE LA ATENCIÓN

   Para empezar, necesitamos abordar una pregunta fundamental ¿qué es la atención? Podríamos describir la atención como la ventana al conocimiento. El área del cerebro que se ocupa de la atención es el neocórtex, desde un punto de vista filogenético, es la parte más nueva del cerebro, la de adquisición más reciente. En el neocórtex se realizan los cómputos neuronales de la atención, del pensamiento, de la opinión y de la memoria episódica, es decir, se ocupa de los mecanismos de la atención, de la concentración, de la resolución de retos y problemas, y del control de impulsos. Cuando nacemos, el neocórtex es profundamente inmaduro y poco a poco, gracias a los inputs de vida que provienen del exterior y los estímulos que recibimos de nuestros adultos de referencia, va madurando; el cerebro madura de la parte de detrás, hacia delante, es decir, la parte más antigua del cerebro es la que madura antes. En el proceso de desarrollo de las primeras etapas de la vida, la corteza prefrontal se activa con estímulos de luz, sonido y movimiento; más adelante, llegada una determinada etapa, precisamos que nuestra atención se fije en objetos fijos, carentes de alguno de estos estímulos o de alguno de ellos: un libro, una maestra, una explicación, la observación de algo de la naturaleza; pero no sólo eso, si lo que queremos es desarrollar la autoconsciencia en l@s niñ@s (y en nosotras mismas) es absolutamente imprescindible que una parte muy importante de nuestros mecanismos de atención se dirijan a la observación de las propias experiencias internas: sensaciones corporales, emociones, pensamientos, percepciones, visiones, etcétera. Muy pocas veces se pone énfasis en esto y al sistema le interesa que sea así, porque es sólo a través de este trabajo introspectivo, que la conciencia se desarrolla y se expande, el ser se vuelve autoconsciente y por lo tanto soberano y libre.

   El uso abusivo de las pantallas ha atrofiado y sigue atrofiando la capacidad de prestar atención, porque los estímulos que se reciben a través de ellas son muy intensos y adictivos, y fomentan la gratificación instantánea, de forma que para mantener vivo el proceso de atención, el cerebro necesitará estímulos cada vez más fuertes; pero lo importante de este ejemplo tan concreto, es que esa experiencia de atrofiamiento de los mecanismos de atención se produce por el hecho de que este sistema de control ha conseguido, desviar nuestra atención a infinidad de objetos y pretextos superfluos, ha conseguido que asociemos la felicidad al consumo a todo tipo de productos y que nos desconectemos totalmente de la experiencia interna más legítima y auténtica del alma humana: el Amor, ese aspecto que capacita nuestra consciencia y reafirma nuestra verdadera naturaleza, nuestro Origen y Esencia Espiritual. Justamente, para desconectarnos de nuestra verdadera naturaleza, este sistema perverso, ha pervertido nuestros intereses genuinos y así ha conseguido atrofiar nuestros mecanismos de atención, nuestras mentes se han vuelto mucho más vulnerables a los programas de control del sistema y a la parasitación mental, emocional y etérica. No sólo ha disminuido la capacidad de prestar atención, sino también la capacidad de afinar el instrumento para apercibir lo real detrás de lo aparente, esta sociedad se ha vuelto adicta a lo superficial y lo que es peor, esa pérdida de profundidad, no sólo nos ha llevado a una profunda confusión, de manera que muchos seres humanos confunden lo real con el relato ficticio, sino que nos ha dejado en un estado de completa desprotección. El cerebro funciona de forma que, las zonas y sus respectivas funciones que no se usan y no se estimulan mediante el uso se atrofian, o sea, las capacidades relativas a las diversas zonas y capacidades del cerebro o se usan o se pierden. Por suerte, muchas personas han empezado a darse cuenta de todo esto que se está relatando aquí, sin embargo, aún son pocas las personas que están real y firmemente comprometidas con el propio proceso autoconsciente, un proceso que requiere dedicación, coraje y la firme disposición a distinguir lo real de lo ficticio dentro de sí mismas, lo útil de lo inútil, lo que las aprisiona, de lo que las libera; requiere, así mismo, de la firme disposición a sostener la intensidad de las vivencias emocionales que se desatan en este proceso. Este aprendizaje de autoconsciencia sólo puede realizarse activando la consciencia testigo, y manteniéndola activa y sostenida. La consciencia testigo se activa en el Espacio Sagrado del Corazón.

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