En la exposición de hoy quiero dar testimonio vital de un hecho que se cumple y siempre se ha cumplido en este paradigma de tercera dimensión en el cual elegimos encarnar por razones de aprendizaje y evolución. Para ilustrar este hecho al cual me refiero y dada la complejidad de lo que quiero exponer, precisaré dar algunos rodeos. Siento, en lo más profundo de mi ser, que el planeta Tierra que nos acoge y nos da Vida es un ser vivo y espiritual que experimenta su propio proceso evolutivo, cuya esencia es Amor y cuya expresión natural y excelsa es la Belleza manifestada en sus infinitas formas. Deduzco que, en algún momento de su proceso, la Tierra se brindó voluntariamente en amoroso servicio para albergar las múltiples formas de vida que en ella evolucionan, dispuesta a sostener y soportar en el seno de su ser físico, toda clase de abusos, extorsiones y violaciones. Llegué a darme cuenta, también que, en algún momento del proceso, posiblemente hace eones de tiempo, la mente perversa de ciertas razas y fuerzas regresivas, involutivas, ajenas al planeta, ávida de posesión, poder y control, interfirió en la mente humana plantando en ella la semilla de la perversión para invertir y pervertir su proceso creativo en su propio beneficio, violando y malversando las Leyes Universales. Siento, no obstante, en lo profundo de mi ser, que la esencia original de mi alma, así como la Esencia original del alma de todo ser humano, es de Naturaleza Divina e imperturbable, sé que el sentido natural del alma humana se expresa en la aspiración a la Consciencia del Ser, lo cual es la razón del propósito evolutivo del alma y la razón de la experiencia en el mundo de la forma.
Dicho y expuesto lo anterior a modo de aclaración, retomo la intención inicial de atestiguar el hecho al que he aludido al principio del artículo y que constituye el tema al cual me quiero referir: Dada la interferencia perversa de las razas regresivas a la cual nos hemos referido, la inercia de este sistema de cosas no se puede afirmar que sea evolutiva, sino absolutamente disfuncional e involutiva. Esto, que constituye un hecho real y palpable y que encierra el germen del dolor y el sufrimiento, se traduce en una densa y poderosa traba que dificulta, a veces en extremo, el camino y los procesos de los seres humanos bienintencionados, que infinidad de veces han entregado sus vidas y sus esfuerzos por la causa. Y aunque la causa haya aparentado infinidad de veces ser una causa perdida, es imprescindible aclarar que la Luz del Espíritu de Verdad nunca se podrá opacar de forma definitiva y que el sentido del propio proceso, si lo que se anhela es expresar el Amor del Espíritu, deberá ir en la dirección de la autoindagación para cumplir con el propósito ulterior de la experiencia que no es otro que la expansión de la consciencia y la fusión consciencial con el Espíritu Uno. El carácter práctico de lo que aquí se expone, radica en el hecho de que es imprescindible conocer el hecho de la gran inercia que tienen las fuerzas regresivas para no sucumbir a sus efectos, sino todo lo contrario. Es imprescindible saber que dicha inercia se expresa de tal forma que cuanto más elevado es el objetivo que se quiere alcanzar, más severa es la fuerza que se opondrá a dicho objetivo. En este hecho radica una clave y el simple hecho de conocerla puede marcar la diferencia entre el éxito o el fracaso, entre el permitir que triunfe la Luz o el sucumbir a la perversión de la mente maléfica. He podido atestiguar este hecho infinidad de veces en mi experiencia de vida en esta encarnación, que para nada ha sido una experiencia fácil, sino más bien una experiencia en extremo compleja, y sé que es una cuestión de responsabilidad (habilidad de responder) el hecho de perseverar en el objetivo a la vez que la propia intención se somete constantemente a revisión para posibilitar en todo momento los ajustes y rectificaciones pertinentes del propio enfoque. Porque la habilidad de responder se supedita exactamente a este hecho de la revisión, para que el inconsciente en el que se esconden las trabas y dificultades, se vuelva consciente y ello posibilite la consecución armoniosa de los acontecimientos. Sin esto no hay avance posible, sin esto, no sólo volvemos a quedar atrapad@s en la rueda del samsara, sino que, en el curso de la propia vida, las dificultades reaparecen una y otra vez y las trampas se presentan con sutiles diferencias, pero con el mismo contenido esencial. Es condición sine qua non disponerse a atravesar el caos que se produce en la tempestad, en lugar de desear huir de él. Perseverar a pesar del desaliento es lo que nos permitirá alcanzar el objetivo deseado. Una protección consciente, invocando la Gracia de la Divina Providencia interna, nos ayudará mucho en este objetivo. Es mi deseo avanzar en la coherencia y en la Luz, así como colaborar, en la medida de lo posible, con el avance de todos aquellos seres humanos que anhelan ese mismo objetivo.