Hay muchísima gente que todavía no se ha dado cuenta de que vivimos en un paradigma fundamentado en la mentira y creado a base de mentiras. No darse cuenta de esta verdad implica, inevitablemente, contribuir con la propia mentira, consciente o inconsciente, a sostener y alimentar ese paradigma. La mentira florece y se extiende como moho en todos los ámbitos y aspectos sociales, en todos sin excepción. Los voceros oficiales y sus medios de comunicación: prensa, radio, televisión, internet, etc. están comprados y sometidos a la mentira. Recuerdo que, de muy jovencita, no recuerdo bien la edad, tal vez tendría 17 años, estuve con gripe y por la noche, que no podía dormir, vi un documental en la televisión sobre el supuesto envenenamiento por aceite de colza. En el reportaje, muy bien documentado, se explicaba todo el engaño y la verdad sobre el envenenamiento masivo, que no se había producido por el supuesto aceite, sino por el tratamiento químico tóxico de una extensión muy grande de cultivo de tomate; no voy a entrar en detalles porque ese no es el objetivo del artículo. Ese reportaje me sorprendió sobremanera y me abrió los ojos, en ese momento me di cuenta de que los relatos oficiales estaban, cuanto menos, manipulados, no sólo con el objetivo de confundir, sino, por motivos de intereses perversos, y no sólo de tipo económico. En aquel entonces, mis hermanas y yo vivíamos con mi padre; mi padre, aunque intelectualmente brillante, tenía una inteligencia emocional bajo mínimos. La falsedad y la mentira fundamentaban su vida. Yo, para poder funcionar y escapar de su control, aprendí a mentir, y lo hacía de forma consciente. Si quería salir decía que iba a casa de una amiga, ese tipo de mentiras eran mi táctica. El problema que se derivó de esa práctica fue que me acostumbré a mentir, y empecé a mentir cuando no era estrictamente necesario, sobre todo para justificarme, pues sentía el peso de un juicio muy severo e injusto sobre mí. En un momento dado de mi vida me di cuenta de que, si quería llegar a ser verdaderamente yo misma, tenía que dejar de mentir. Me comprometí con ese objetivo y alcanzarlo me llevó un tiempo y un ejercicio muy exhaustivo de atención. Pero explicar esto tampoco es el objetivo principal del artículo.
Lo que me interesa, básicamente, es alertar sobre el tremendo peligro que encierra la mentira. En ella se fundamenta nuestro fracaso y ella constituye la llave de nuestra prisión.
Los efectos de la ingeniería social, que se lleva practicando desde ni se sabe el tiempo, han calado tanto en las mentes individuales y en la mente colectiva que, a día de hoy, las mentiras oficiales han tomado un cariz de descaro de niveles inusitados, lo cual nos da una pista clarísima del bajísimo nivel emocional y cognitivo de la mayoría de los seres humanos.
Para empezar, la gran y falaz mentira, en la que se fundamentan todas las otras, es que papa estado vela por el bienestar de los seres humanos. Muy lejos de ello, papa estado nos fagocita, con maldad, sin ningún tipo de escrúpulo ni restricción. Papa estado, y sus estamentos y servicios, está al servicio de una élite que no es otra cosa que la cabeza visible de un terrorífico Leviatán. No les importa lo más mínimo nuestro bienestar, sino todo lo contrario, nos quieren mal, débiles, atontad@s, atemorizad@s y perdid@s en la mayor de las confusiones, porque así nos pueden parasitar, dominar, depredar y utilizarnos para contribuir a sus intereses de avidez desmesurada y dominación. Muy lejos de promover la salud, promueven la enfermedad, muy lejos de promover la prosperidad, promueven la escasez más infértil, muy lejos de promover la igualdad social y la oportunidad, promueven el enfrentamiento y acrecientan la desigualdad y la pobreza, y así un largo etcétera.
Las monumentales mentiras del sistema, muchas de las cuales tiene cariz internacional, son múltiples, tantas que no se podrían citar. Para empezar, los relatos oficiales sobre la naturaleza de la realidad de los hechos, ya sea científicos, sociales, económicos, políticos, judiciales, religiosos, etc. son siempre falsos, mentirosos o por lo menos engañosos, es decir, cuando no son completamente falsos, que muchas veces lo son, cuentan medias verdades con la intención de colar las mentiras y tergiversaciones que les interesan. Repasemos algunos: Los ataques de falsa bandera, prácticamente todos los ataques lo son. Las guerras, sobre las cuales nos han hecho creer que las provocan las ambiciones de los pueblos o que surgen por una necesidad real de defensa, cuando en realidad están provocadas y financiadas por las élites quienes conocen y aplican a la perfección la máxima: divide y vencerás. Los relatos sobre la enfermedad y la salud, con la OMS en la cabeza, que no deja de ser una institución privada disfrazada de pública (como muchas de las instituciones y organismos internacionales) son fundamentalmente falsos y perversos, para nada persiguen la salud y velan por la protección de la población, sino todo lo contrario, persiguen la enfermedad y el asesinato; provocan y financian las proliferaciones de las enfermedades -muchas de las cuales culminan en la muerte- de muchas formas: a través de la industria alimentaria, a través de la intoxicación deliberada de la tierra, del aire y del agua mediante tóxicos, incluso a través de supuestos medicamentos y vacunas. Otra de sus grandes y perversas mentiras es el relato del cambio climático, cuyas supuestas consecuencias se expresan en el calentamiento global y la escasez de agua; detrás de este relato se esconden perversas maniobras que se llevan a cabo con una sofisticadísima tecnología de control climático que abarca desde las estelas químicas hasta los radares para controlar las lluvias, pasando por múltiples medios que se escapan a nuestro conocimiento. Podríamos seguir con los relatos históricos, mediante los que adoctrinan a las niñas y niños en las escuelas con historias que distan mucho de explicar la verdad de los hechos; de forma que no sabemos cómo ha sido realmente nuestra historia y nuestro pasado, por lo que si no sabemos realmente de dónde venimos, difícilmente podremos llegar a saber hacia dónde vamos. Seguro que me dejo muchas, muchísimas cosas en el tintero de esta naturaleza, pero creo que ya he hecho mención más que suficiente sobre lo que realmente sucede en nuestro planeta Tierra.
Me parece de suma importancia mencionar que es de vital importancia para la propia liberación y para contribuir a la liberación colectiva en la medida de lo posible, un compromiso individual, firme y sostenido, con la honestidad. Para alcanzar la Verdad no podemos sino empezar por el honesto deseo de autoconocimiento, lo cual requiere mucho coraje, además de práctica sostenida en el ejercicio de la atención y la observación, hacia dentro y hacia afuera. ¿Cómo podríamos llegar a conocer la naturaleza de la realidad si no sabemos realmente quiénes somos ni cómo somos? A medida que crecemos en autoconocimiento, se van expandiendo nuestros horizontes y, si perseveramos en nuestro compromiso con la verdad, se afina nuestra percepción y las verdades de lo que acontece fuera se nos revelan. Ésta es la buena noticia: la transformación y la liberación está en nuestras manos y se fundamenta en el compromiso con la Verdad. A pesar de la gran e innombrable magnitud de la mentira sistémica, la verdad cuenta con el empuje de la Consciencia, la cual constituye la Verdad Universal y no se detiene. La trayectoria natural y evolutiva de la Vida es y siempre será la expansión de la Consciencia. Sabemos muy poco sobre la naturaleza de la realidad, pero estamos viviendo un momento histórico y apasionante en virtud de la gran oportunidad que hay actualmente en el campo. La Energía y la Consciencia están a favor de la verdad. ¿De qué lado estás tú?