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Retrospectiva, artículo del 12 de abril del 2020

   No dejo de salir del asombro de lo que está pasando, no sólo me asombra la gravedad de la situación a la que nos han sometido, sino también, y más aún si cabe, la credulidad de la mayoría de la gente, que se ha tragado el pretexto de la pandemia mediante el cual han conseguido mantener a una gran parte del mundo en arresto domiciliario, bajo amenaza de multas desorbitadas y mediante un orden de carácter militar, privándonos de nuestras libertades más básicas. Jugada perversa con la que los gobiernos van a conseguir unos cuantos objetivos ocultos y maléficos, entre los que se encuentran la destrucción de las pequeñas economías, la eugenesia, la implantación de la peligrosa tecnología 5G, el endurecimiento de las leyes y de las normas, y recortes severos de las libertades. Todo ello bajo el pretexto de que dichas medidas drásticas y absolutamente injustificadas las están tomando por nuestro bien y como medio de protección a la ciudadanía frente a la pretendida pandemia del famoso virus.  

   Sin poder dejar de ver esta enorme farsa de la que la humanidad está siendo víctima, me sobrecoge una emoción que no puedo definir. Mi corazón se llena de paz y compasión, a la vez que mis sentidos permanecen alerta. Es importante poder mirar de frente la realidad, pues aquello que no se revela a la consciencia actúa en la sombra y no deja de crecer para emerger como un gran monstruo en algún momento, tal como está sucediendo ahora con esta situación que es, sin punto de comparación, la de mayor magnitud y gravedad que yo haya podido atestiguar y vivir en primera persona a lo largo de mi vida. En términos comparativos, veo muy poca gente que tenga consciencia del vasto alcance de esta conspiración, así como de que la corrupción humana se extiende y penetra por doquier a tantísimas áreas de la vida, al punto que la mente humana corriente no lo puede sospechar siquiera. Sin embargo, y a pesar de todo, nadie puede decir que no tiene responsabilidad en todo ello, pues la pantalla de lo que llamamos realidad refleja fielmente aquello que está en nuestra conciencia, más concretamente en nuestro subconsciente. Así que el despropósito mayúsculo de la realidad colectiva que estamos viviendo está en realidad reflejando el mayúsculo despropósito de nuestras vidas personales, el mayúsculo despropósito de las vidas de la mayoría, llámese vida inconsciente y alienada, llámese egoísmo, llámese desidia, o dígase que no hay persona más ciega que aquella que no quiere ver. Cada quien busque sus calificativos.

   No obstante, repito lo que ya he dicho en otras ocasiones: todo, incluso esta situación esperpéntica, este enorme y aparente sinsentido y despropósito, tiene un Propósito Superior oculto. Vivimos en una sociedad dormida, la mayoría de nosotr@s no conocemos siquiera lo que tenemos más cerca, que es nuestra propia realidad interna, no sabemos quiénes somos, lo que sentimos ni que queremos en realidad y necesitamos que nos sacudan muy fuerte para que empecemos a despertar. Es posible que la cosa se agrave más, sospecho que es lo previsible.    La buena noticia es que la realidad cuántica es un hecho, así como es un hecho que somos creadoras y creadores de la realidad. Esto significa que, si podemos hacer un profundo ejercicio de revisión, con honestidad pero sin juicio, un profundo acto de responsabilidad y nos empezamos a enfocar en la Verdadera Naturaleza de nuestro Ser que es Amor, nuestras realidades empezarán a cambiar, se armonizarán. La realidad última es la Unidad del ser con el Ser. La Unidad y el entrelazamiento de los corazones humanos en un Único, Palpitante y Vibrante Corazón. Nos amo.

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