IMG_9381

Retrospectiva, artículo del 17 de marzo del 2020

   Hola, para quien no me conozca soy Sundari. En el momento de ponerme a escribir esto (las 12 de la madrugada del recién estrenado 17 de marzo) llevo ya unas 48 horas en shock por cómo han evolucionado los acontecimientos. Antes que nada, quiero dejar una cosa clara: por experiencia sé que cuanta más gravedad conlleva una situación, más oportunidad encierra. Esta época maravillosa en la que vivimos, a pesar de que la apariencia es de hecatombe total, es testigo de un profundo y esperado despertar de las consciencias de los seres humanos, estamos siendo llamad@s a entrar en la Era del Corazón, la primera dimensión verdaderamente auténtica del ser humano que somos: la dimensión del Amor en la que y desde la que podemos sentir la verdadera fraternidad entre tod@s nosotr@s y el punto de anclaje desde el cual podemos caminar por este mundo amenazador que conocemos amparad@s por la única e infalible protección real, la de Nuestra Propia Divinidad. Es éste un bendito momento de definitiva y profunda transformación, y lo que verdaderamente se está cayendo es lo falso y lo ficticio sustentado por el ego. Este momento bendito, nos invita, más que nunca, a indagar lo que haga falta para ir más allá de las apariencias, ya que el conocimiento y la verdadera información -que no la desinformación oficial- siempre juega a nuestro favor.

   Del tema del coronavirus hace ya bastante que oigo hablar. Vivo muy al margen de los medios informativos oficiales, los ignoro y no me interesa la dialéctica que provocan en la opinión pública. Sin embargo, cuando me interesa indagar en cualquier ámbito, cosa que me pasa con frecuencia, lo hago recurriendo a la vasta plataforma que es internet, tengo mucha experiencia y agilidad para investigar, puesto que llevo muchos años haciéndolo y tengo un sexto sentido para sensar[1] la veracidad y autenticidad de la información a la que llego o que me llega, tengo espíritu crítico, me resulta fácil discernir y discriminar, suelo percibir más allá de las apariencias. Aunque me gusta mucho escribir, no suelo expresar públicamente mi visión ni mis percepciones, salvo en contadas ocasiones en las que, por alguna razón, he sentido la necesidad de expresarme, ya sea para entregar algo que en mí se desborda o para ofrecer mi disentimiento cognitivo. Esto me está sucediendo estos días en relación al controvertido tema del coronavirus y en relación a la increíble manipulación mediática y mayúscula farsa a la que se está sometiendo a la población. He sido testigo silencioso de muchas, muchísimas situaciones de farsa y manipulación ciudadana por parte de los gobiernos a lo largo de todos estos años, pues vivimos en un sistema que ha falseado completamente la información y ha desarrollado de forma progresiva infinidad de sofisticados mecanismos conspiratorios mediante los que se nos han inculcado falsas ideas, hábitos nocivos, necesidades ficticias y lo peor y más efectivo, miedo, mucho miedo. Pero creo que no me equivoco cuando afirmo que está es la situación social más grave de las que he sido testigo de primera mano desde que nací. Pero recordemos lo que he dicho más arriba: cuanta más gravedad conlleva una situación, más oportunidad encierra, esto aplica tanto a lo personal como a lo colectivo y social.   

   El miedo, como todo lo que los seres humanos podemos sentir, tiene una utilidad y un propósito. El miedo, siempre y cuando no nos haya poseído, es un sistema de alarma que nos alerta de un peligro y, desde un punto de vista humano, que no animal, la forma más inteligente de actuar cuando sentimos miedo o se disparan nuestras alarmas no es la de salir corriendo, sino la de atenderlo y mirar con audacia para descubrir el peligro que nos está señalando. Cómo no tenemos mucha práctica en esto porque lo que hacemos con más frecuencia es huir (el miedo nos da miedo) necesitamos observar atentamente y adquirir práctica para discernir, entre los peligros ficticios y aparentes, dónde está verdaderamente el peligro real.

   Sirva este preámbulo para introducirnos a la cuestión a la que quiero llegar. Me parece muy importante que podamos gestionar las cosas con humor y filosofía, es algo que ya se está haciendo. Pero me parece mucho más importante aún, que esta reacción desenfadada y festiva no tape algo que, inevitablemente, nos sucederá a la mayoría: se nos están disparando las alarmas, en mayor o menor intensidad sentimos miedo: miedo a que esta situación se alargue demasiado, miedo a las consecuencias económicas, miedo a que se acaben los suministros, miedo a lo que pasará después… no se trata de ahogar ese miedo, aunque está bien no dejar que el mismo nos domine, se trata, sin embargo, primero, de conectar con nosotr@s mism@s, y segundo, de revisar en profundad la situación para poder discernir y discriminar. El miedo, junto con la desinformación (consecuencia de nuestra propia desidia) son las herramientas más poderosas que tiene el sistema para conseguir que las masas vayan por donde al sistema le interesa. Pues, ahora más que nunca, necesitamos tener esto presente.

   Insisto en que estamos viviendo una época fascinante de mucha, mucha intensidad que encierra muchísima oportunidad de transformación. Las situaciones por las que pasamos son un arma de doble filo, en el sentido de que, si nos seguimos aferrando sin ningún tipo de espíritu crítico a las interpretaciones que nos vienen dadas, seremos testigos del propio hundimiento. Pero tenemos otra opción, una opción real que está esperando en nosotr@s que se active: la de la autoconexión, la conexión con Nuestro Ser Real, el Espíritu. Esta es nuestra Guía Real, si nos referenciamos en Ella desde un profundo deseo de orientación, Ella nos llevará de la mano, las bendiciones no dejarán de suceder, y lo que es mejor: seremos capaces de reconocerlas. Esa parte elevada en cada un@ de nosotr@s que se expresa mediante el lenguaje del Amor y es capaz de percibir, no sólo la tierna calidez en las personas y en las situaciones, sino también la tremenda oportunidad que las experiencias encierran.  


[1] Sensar: verbo que no existe en el diccionario y que surge de la fusión de dos acciones: sentir y pensar.

Comparte

Compartir en facebook
Compartir en twitter
Compartir en print
Compartir en email

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Contacto

Si quieres contactar conmigo por alguna razón y dejar algún comentario, puedes hacerlo rellenado este formulario. Estaré encantada de leerte y responder. Muchas gracias de antemano.