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Retrospectiva, artículo del 30 de abril del 2020

   En el momento de empezar a escribir son las ocho y cincuenta y ocho de la mañana del día 30 de abril. Buenos días, buenos, buenísimos días. Me sorprende ver que hace más de un mes desde el último día que escribí en mi Word. No me lo puedo creer, un mes que me ha pasado en un suspiro, si hubiera tenido que adivinar cuántos días hace que no escribo aquí, hubiera dicho, a lo sumo ¡¡¡una semana!!!

   La cuestión es que en verdad estoy ocupada, muy ocupada. Ocupada viviendo, siendo, disfrutando, amando, sintiendo, pensando, haciendo; ocupada observando, procesando, conectando. Ocupada abrazando todo lo que puedo, sobre todo en el sentido figurado pero no menos real, dado que poca gente hay ahora que no rechace los abrazos (me río sola). Abrazando y abrazándome. Sí, sigo en la práctica del autoabrazo. Con esto quiero decir que sigo practicando la autoinclusión de todo lo que mi yo humano siente, expresa o calla, hace, piensa, etc. sobre todo aquello que desde el punto de vista del juicio sería desechable. Esto me habilita de verdad para poder abrazar a mi prójimo, entiéndase: para poder aceptar lo que veo fuera. Esta es una de las poderosas claves que los seres humanos tenemos que implementar si realmente nos queremos reinventar y liberar del yugo de la tiranía.

   Tenemos trabajo, muchísimo trabajo, ahora explicaré a qué tipo de trabajo me refiero. Afortunadamente, hace muchísimos años que empecé a practicar el primer y más importante ejercicio que el ser humano necesita hacer para liberarse del yugo de la tiranía, esa tiranía que tiene muchas, muchísimas caras, y muchas de ellas se expresan a través de nuestros propios personajes, de nuestras personalidades. Ese primer ejercicio, que se tiene que convertir en un hábito, se llama autoindagación consciente. Después de la autoindagación viene la autoinclusión, aunque en realidad el orden de los factores no altera el producto. Digo esto último porque no se puede abrazar o incluir aquello que no se ve, y no podemos realmente mirar y ver si no nos predisponemos a abrazar, a incluir, aquello que percibimos. No sé si me estoy explicando lo suficiente, porque para mí es algo tan obvio que doy por hecho que es perfectamente comprensible.

   Tengo hoy una larga lista de puntos que me gustaría expresar. Talvez estos días de “silencio dentro de la crisálida” haya sido verdaderamente productivo para mi propia consciencia humana y ahora empiezo a vislumbrar una maravillosa mariposa de luz y color, de tanta belleza y sutilidad que casi no hay palabras para describirla.

   He visto esta mañana un vídeo de una mujer a la que no conocía hasta ahora: Claudia González de Vicenzo, en el que hace una exposición magistral, de las más lúcidas que he visto hasta ahora, sobre el panorama mundial actual. El vídeo se titula ¿Por qué me quieren poner la Vacuna? Casi al final del vídeo, ella dice: tenemos que movernos al siguiente nivel porque en este nivel la lucha está perdida. Destaco esta afirmación porque hace ya mucho tiempo que tengo consciencia de esta verdad, pero me doy cuenta que, por el momento, sigue pasando muy desapercibida para la mayoría. Pero ¿qué significa moverse al siguiente nivel?

   Estoy muy comprometida con el objetivo personal de ver la sombra colectiva del mundo en el que vivimos. Al igual que es imprescindible ver la propia sombra para abrazarla e integrarla en la consciencia, es imprescindible ver la sombra colectiva. Estoy haciendo un riguroso trabajo de investigación (hasta donde yo llego). Lo que voy descubriendo no es apto para débiles, vaya por delante, lo que hay detrás de lo que se ha dado en llamar El Cabal, es de tal escabrosidad y perversión que supera toda ficción. Hay momentos en los que la magnitud de la perversidad de lo que estoy descubriendo me obliga a un estado de introspección y aislamiento, me recojo y velo por mi propia estabilidad. Estoy igualmente muy comprometida a seguir sintonizada con el aspecto más elevado de mi ser, Aspecto común a todos los seres. Dispuesta a posibilitar en mi persona, lo que Claudia González de Vicenzo llama «pasar a otro nivel», lo que yo describo como protagonizar en primera persona un salto cuántico que le permita a nuestra consciencia ir más allá de la 4ª dimensión y escoger otra línea temporal sin distorsión, la Realidad regida por el verdadero aspecto del Ser: Luz Amor. En mis devaneos anímicos (inevitables en este ejercicio de querer ver la oscuridad) me ocupo muy cuidadosamente de referenciarme o anclarme en El Aspecto Luminoso de mi Ser, entregándole y derivándole al Espíritu Santo todo lo que voy descubriendo y sintiendo, y volviendo una y otra vez a esa conexión que me mantiene protegida.

   Hay muchas cosas que quiero explicar, pero necesito mi tiempo, lo haré poco a poco y en la medida de mis posibilidades. Por el momento, abrazos desde el Corazón.

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