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Retrospectiva, artículo del 17 de junio del 2020

   Amo el recurso de la escritura por la razón de que, por lo menos, me sirve para ordenar mis relatos, discriminar y desechar los elementos que interfieren en mi proceso de consciencia. Porque una de las cosas que más me importa en esta vida es mi propia consciencia, es decir, mi propio proceso de consciencia. No es una aspiración egoísta, ya que el trabajo de clarificar la propia mente para posibilitar procesos genuinos de consciencia es el mejor servicio que se le puede hacer a la humanidad. Clarificar la propia mente implica indefectiblemente hacer un exhaustivo trabajo de desidentificación, intentaré explicar a qué me refiero: hacer un exhaustivo trabajo de desidentificación significa que gradualmente nos vamos liberando de la tiranía de la mente inferior sometida al yugo del juicio, que a su vez está sometido a los dictámenes de una mente sistémica sin alma, desconectada de la dimensión del Amor. La mente sistémica, que aquí en la Tierra que está acaudillada por las élites fácticas representantes del reinado de satán, se opone, en su infinita soberbia, a la Mente Universal, pretendiendo erigirse como soberana de la realidad. Pero resulta que realidades hay muchas, sin embargo, la Supremacía del Amor es Una. Para no perder el hilo de lo que es el proceso de desidentificación diré que tenemos una maquinaria muy sofisticada y compleja que es el cerebro, el cual en la mayoría de los seres humanos (en cuanto a número) está funcionando en automático de forma muy restringida en su versión de computadora biológica programada, muchas de estas personas han hecho ya su elección y están tan identificadas con la misma que no podrán saltar afuera de esa programación. En el mejor de los casos el cerebro está siendo utilizado por personas con una mente lúcida y consciente de que el enorme potencial del mismo está ahora abriéndose a un mayor despliegue de alcances insospechados. Este grupo de personas en el que me incluyo, somos una minoría afortunadamente creciente, y nos hemos dado cuenta, o nos estamos dando cuenta, de que el cerebro, en virtud de sus conexiones nerviosas, se extiende más allá del ámbito del cráneo, posibilitando que la parte biológica de la entidad que somos funcione de forma holística, en coherencia electromagnética y posibilitando un mayor y creciente rendimiento funcional óptimo. Si bien la sofisticada máquina biológica que es el cerebro del cráneo sería la sede central de las funciones nerviosas y de computación de nuestro organismo, desde un punto de vista metafísico éste no podría funcionar de forma holística sin la cooperación y coordinación de los cerebros que tenemos en el estómago y en el corazón. Si bien cada uno de ellos tiene funciones importantísimas, quiero reseñar básicamente la función que tiene nuestro corazón metafísico, el Sol central de todo nuestro sistema, vórtice y punto de acceso a nuestra ilimitada Dimensión Espiritual que reúne e integra en Unicidad de Consciencia la multiplicidad y la diversidad infinita de formas de vida y expresión. A esta segunda opción de uso que tiene que ver con la liberación de los recursos humanos propios y colectivos, se accede mediante la trascendencia del gastado discurso de la mente inferior y después de haber hecho un exhaustivo ejercicio de autoobservación sostenido en el tiempo, conjugado con un ejercicio de atenta observación e integración de las situaciones y circunstancias externas, así como de nuestras relaciones con éstas y con los otros seres con los que las compartimos. Por contra, aquellas personas que se identifican con su programación mental, hasta el punto que ni siquiera saben que la tienen, viven en automático y vapuleadas por esa mente sistémica desalmada y dominante. Estas personas se adhieren de forma inconsciente a ciertos relatos que les vienen dados, sin ejercitar su capacidad potencial de discriminar y observar las múltiples opciones y los múltiples relatos desde la perspectiva de la mente superior capaz de mirar desde arriba y desde fuera. Es decir, están aún sometidos a los procesos mentales inconscientes dirigidos por la mente sistémica, que lamentablemente es satánica.

   Enlazando con lo que decía al principio del relato, el proceso de clarificar la propia mente para poder observar con objetividad lo que está sucediendo en el mundo, haciendo distinción de las opciones que a pesar de las apariencias aún tenemos, tiene que ver con la adhesión voluntaria a la Consciencia con mayúsculas, Realidad Superior a la que pertenecemos verdaderamente. Esta es la opción genuina que de forma orgánica y natural trasciende las pretensiones de dominio de la élite oscura, que como ya hemos dicho es incapaz de acceder a la dimensión espiritual del Amor.

   Estamos experimentando en una realidad dual, cada vez más polarizada. Por un lado, la humanidad está viviendo una experiencia de secuestro mental, emocional y físico, y una usurpación energética masiva, posiblemente la mayor de nuestra historia. Sin embargo, por otro lado, es una valiosísima oportunidad de emancipación y liberación definitiva para quien la quiera aprovechar.

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