Hermana F., honro tu trayectoria, así como nuestro encuentro. Agradezco infinitamente lo que recibí de vosotr@s y con vosotr@s y la profunda experiencia que el lugar me brindó. Amo profundamente la naturaleza, pero cuando llego a un lugar como éste en el que estás, me doy cuenca por contraste hasta qué punto este sistema infernal en el que vivimos ha profanado la naturaleza. Y es que, aunque se trata de una percepción sutil, la virginidad que conservan algunos lugares nos permite, a quienes llegamos a ellos, sentir la dimensión salvaje de la vida, esa dimensión en la que paradójicamente lo salvaje se funde con lo espiritual permitiendo que la Divinidad aflore con fuerza y se perciba con claridad. Me doy cuenta de que eso sucede en parajes naturales ubicados en grandes espacios poco poblados que no han sido alcanzados por la energía de control del sistema, lugares sin las interferencias de las perturbaciones mentales de los seres humanos y a los que no llegan las grandes contaminaciones electromagnéticas, que tanto alteran los campos energéticos de los seres vivos. Hay en mí un profundo anhelo de volver a eso, pero tal vez en estos momentos históricos por los que la humanidad transita, me corresponda permanecer en el campo de batalla, para poder contribuir al proceso de sanación y ascensión. No lo sé, por eso me abro y dejo que la Providencia me dirija.
Desde mi punto de vista -desde mi ángulo particular, como diría Vicente Beltrán Anglada- el proceso de sanación de los seres humanos pasa, en primera instancia, por iluminar la propia sombra. Para iluminar la propia sombra y que ésta no nos engulla y nos atrape en una prisión de densidad, hay que haber reconocido la Divinidad que habita en el Templo de nuestro propio Corazón y quererse referenciar allí por voluntad propia. La cualidad de la Divinidad que reside en nuestro templo interior el Amor Puro, ese Amor Puro que trasciende todo juicio y que nada sabe de culpa. Eso tiene mucho o todo que ver con responder al anhelo espiritual que muchos seres humanos tienen y con responsabilizarse de satisfacer ese anhelo. Porque las aportaciones de l@s demás nos pueden abrir canales, en un momento dado, nos pueden también servir de apoyo, pero sin ese movimiento íntimo e individual de autoreconocimiento y autoreferencia, jamás podremos hacer nuestro tránsito de ascensión. Cuando ese anclaje es firme, entonces podemos y debemos mirar para ver. Mirar hacia dentro de la propia mente y del propio sistema, así como mirar y observar lo que sucede fuera, con el firme anhelo de descubrir la verdad.
La mente es un aspecto del ser maravilloso, sin ella no podríamos discernir. Sin embargo, necesitamos distinguir entre la mente inferior y la mente superior. La mente inferior es la mente racional y discursiva, tan vinculada al hábito de juzgar, tan intoxicada por la culpa. Es una mente útil, con una función útil, pero hay que saberla poner en su lugar y precisa estar calibrada por la mente abstracta o superior. La mente superior es la mente que forma conjunción con el Aspecto del Corazón, es la mente que nos permite percibir la totalidad e integrar en la Consciencia la experiencia del ser.
La experiencia que hemos vivido juntas estos días encierra un profundo aprendizaje. A mí me confirma lo que ya sé: en estos momentos históricos en los que nuestro sistema solar y con él nuestro amado planeta Tierra, ha entrado en la franja de influencia del Centro Galáctico, la frecuencia de luz se eleva de forma aceleradamente creciente, y con ese tremendo aumento de luz, la oscuridad, la densidad y las perturbaciones de la psicopatía que gobierna el mundo afloran a la superficie y se tornan visibles. Hoy en día estamos viviendo en un mundo enormemente polarizado, la creciente frecuencia de la luz ilumina lo que antes no era visible. El tema aquí es que hay que saber discernir para no polarizarse y no perderse en la oscura densidad. Lo primero y más importante, lo que decía antes: precisamos un firme anclaje en el Corazón. Lo que le ha pasado a S., es que la energía pura y luminosa del lugar ha sacado a relucir sus propios demonios, los que aún no ha podido ver. No es una persona mentalmente estable, está desequilibrada y por eso se confunde y proyecta lo que es propio en l@s demás. A mí me impactó no sólo el odio que emanaba, sino la energía de control que emana de la mente inferior cuando no está calibrada por la superior. Esa es la misma energía con la que los poderes fácticos quieren dominar al mundo. Pero se olvidan de que energía del Amor Universal es infinitamente más poderosa. Por eso, el único verdadero e infalible refugio protector lo tenemos en la consciencia de la Divinidad que es lo mismo que decir en el Amor de nuestro Corazón.
Te envío bendiciones y reconocimiento. Abrazos cálidos para tod@s.