Mucho se habla en estos días de la batalla que se está librando entre el bien y el mal. Esta vieja dialéctica tan usada por los medios de información extraoficiales, muchos de ellos rigurosos y veraces, usada incluso por el sistema mismo para juzgar, culpabilizar, condenar y castigar, sigue opacando nuestra visión, en el sentido de que, además de mantener nuestra percepción limitada por la mente racional, desvía nuestra atención hacia afuera; y no es que no haya que seguir con atención los acontecimientos, yo misma lo hago con muchísimo interés, sin embargo, no al precio de descuidar la observación atenta del propio sistema interno de emoción, pensamiento, intención y acción. Sondear con profundo compromiso y honestidad el propio interior y hacerlo desde un anclaje firme en el Corazón -único lugar protegido y seguro que trasciende todo juicio- sigue siendo una necesidad prioritaria. Llegar a conocer nuestras intenciones ocultas tras las intenciones aparentes de nuestra mente racional es requisito imprescindible para protagonizar la propia liberación. En la medida en que sigamos siendo un@s grandes desconocid@s para nosot@s mism@s, no estaremos verdaderamente al servicio del Amor Redentor liderado por el Corazón y desde el Corazón. Para desenmascarar al ego y descubrir la sutilidad de su sistema tiránico de control se requiere mucha firmeza y compromiso. La comprensión de la profundidad que tiene esta premisa sólo se alcanza con la práctica sostenida en el tiempo, es un camino, y hasta donde yo sé no hay atajos que nos puedan eximir de este proceso.
Estamos viviendo un momento de mucha trascendencia, es indudable. Muchas personas están descubriendo la realidad predadora de los seres tiránicos que han dominado el mundo por milenios, así como la encarnizada lucha de los predadores entre ellos mismos para hacerse con el dominio completo de la humanidad y del planeta. Es una lucha a cualquier precio, pues el desprecio por la vida de estos tiranos alcanza cotas inconcebibles para el ser humano común.
Es cierto que hemos sido víctimas de un plan maquiavélico que se cierne sobre esta humanidad desde el principio de los tiempos. Es cierto que la complejidad y los ardides de este sistema satánico de control tienen un alcance insospechado. Es cierto que los mecanismos de control y manipulación mediática se han utilizado siempre a lo largo de la historia de la humanidad, pero con el desarrollo tecnológico, estas técnicas se han sofisticado hasta el punto de que hay muchos seres humanos que ya nos los podrán eludir. Es fatídica y absolutamente cierto que la mente maquiavélica que hoy por hoy domina y dirige el mundo más allá de lo visible, ha secuestrado las mentes de muchísimos seres humanos, así como el mundo de las ideas, a través del dominio y posesión de los medios de comunicación masivos, consiguiendo con ello que una gran parte de la humanidad ya no tenga discernimiento ni piense por sí misma. Este secuestro de la mente colectiva ha capado el desarrollo de las capacidades humanas de much@s, que cada vez están más lejos de su propio anhelo espiritual de Amor, más lejos de su capacidad de discernimiento, por lo que les resulta imposible percibir la verdad y la realidad detrás de las apariencias. No obstante, no toda la humanidad está perdida y es muy cierto que la crudeza del apretón energético que estamos viviendo, así como el descaro de las mentiras e incongruencias del plan de los gobiernos, sacuden fuertemente las consciencias de muchas personas que se empiezan a cuestionar seriamente las versiones oficiales de lo que está sucediendo. No nos podemos olvidar de que, a pesar de tanta confusión, dolor y sufrimiento, en nuestro Corazón sigue palpitando la Esencia Original de quienes verdaderamente somos. El despertar de una sola consciencia representa hoy más que nunca un tirón evolutivo de proporciones cuánticas. La Luminosa y Divina Esencia que somos transita por la senda evolutiva e imparable del Amor que une las consciencias individuales en el Propósito Supremo de Unicidad y Consciencia. La Realidad Última y Verdadera es de Amor y de Unión en el Amor. Ninguna fuerza, por grande que aparente ser, tiene capacidad para oponerse ni un ápice a Esta Realidad.