Desde el punto de vista histórico, es éste un momento extraño de la experiencia humana. Y está resultando también una vivencia surrealista desde el punto de vista de mi propia experiencia, aunque muy probablemente no sea la única que tiene esta percepción. A las personas que no comulgamos con ruedas de molino y vemos más allá de la realidad aparente nos llaman negacionistas. Pero ¿qué se supone que negamos? En todo caso negacionista sería aquella persona que negase la realidad, y no aquella persona que no se tragase lo ilusorio como real. Esta acusación que nos hacen responde al tan extendido acto psicológico de proyección del fenómeno llamado solipsismo, que consiste en creer con absoluta convicción que la percepción de la propia mente equivale a la verdad absoluta y que nada existe, o no pasa nada más, que lo que la propia mente percibe.
La humanidad está hipnotizada, programada, y el sistema ya se encarga de seguir administrando técnicas hipnóticas cada vez más efectivas y sofisticadas -como es la imposición de la mascarilla- con el objetivo de frenar la evolución y abortar el despertar de la consciencia que en estos tiempos se produce de forma orgánica y natural en virtud del momento cosmológico que estamos viviendo. Es un hecho que hay seres y fuerzas que se oponen al despertar de la humanidad por un único y maléfico interés de dominio, posesión y control. Esto, que a tantas personas les suena a conspiranoia, pero que a ojos de una mente despierta es una clara evidencia, forma parte de la experiencia humana en el planeta Tierra desde los mismísimos orígenes de la misma.
Todo este tema de la pandemia es una farsa absoluta, tejida y maquiavélicamente planeada por la maléfica mente de la élite dominante. A quienes somos capaces de verlo y expresarlo nos llaman negacionistas… y así, una vez más, el plan sigue su curso. La mente despierta sabe que desde el punto de vista de la experiencia humana, la consciencia es un proceso expansivo que a medida que se despliega deja expuesta una realidad cada vez mayor. No hay negacionismo ninguno en conocer por experiencia propia que la realidad es mucho más basta de lo que la propia mente humana puede percibir, por muy despierta que esté. No hay negacionismo ninguno en el hecho de percibir que, en este mundo de experiencia, llamado planeta Tierra, nada es lo que parece. L@s verdader@s negacionistas niegan y proyectan su negación, para lo cual los medios de desinformación oficiales escogieron este contundente y convincente calificativo con el que sellan las mentes y las percepciones de la mayoría de las personas, reforzando la programación a la que están sometid@s.
Yo percibo que la negación de la propia capacidad perceptiva queda perfectamente sellada y estanca en la elección de creer sin cuestionamiento ninguno las versiones oficiales de los hechos. El sistema y los gobiernos no sirven a la verdad, están comprados y sometidos a esas fuerzas involutivas que tienen todo que ver con el control, el dominio y sometimiento del pueblo y de la mente humana, el acaparamiento y la posesión de los recursos materiales y energéticos y de la riqueza del mundo, que la hay, a pesar de lo que nos quieren hacer creer. El sistema depredador se sirve del juicio que mana de la mente condicionada cuando tacha de negacionistas a aquell@s que discrepamos de la verdad oficial. Pero con sus sofisticados y maquiavélicos mecanismos, el sistema va aún más allá promoviendo que la censura de las versiones disidentes sea no sólo aceptada por la sociedad, sino deseada y exigida, con la intención de que la visión aguda de las mentes despiertas no impacte en otras mentes y contribuya al despertar colectivo.
Sin embargo, la evolución de la consciencia es un movimiento universal imparable intrínseco a la Naturaleza Expansiva de la Consciencia Cósmica. Nada, ni mucho menos la perversión de la mente inferior a la que están sometidas las fuerzas involutivas, la pueden parar. Es un hecho protegido por la fuerza más poderosa del Universo: El Amor.