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UNA CUESTIÓN DE ELECCIÓN

Es un hecho que la mayoría de los seres humanos vive en un profundo estado de sugestión que no le permite percibir la realidad tal cual es. El estar despiert@ no depende de la cultura, ni de la formación recibida, ni de tener títulos académicos o no tenerlos, porque también es un hecho que la educación y la formación reglada, y el mundo laboral al que se accede aun cuando se tiene una supuesta “buena formación”, está todo ello diseñado para mantener las mentes alienadas y sometidas al sistema que explota y extorsiona a los seres humanos. El estar despiert@ tiene más bien que ver con el grado de consciencia de cada quien. A quien ve las causas ocultas más allá de las apariencias se le tacha de loc@, estrafalari@, rar@ en el mejor de los casos. A quien se mueve a contracorriente porque no se deja llevar por la inercia del sistema, se le juzga, se le rechaza y se le castiga (sé muy bien de lo que hablo) y lo más lamentable de todo es que son los propios congéneres, familiares o no, quienes se encargan de que esto sea así.

No sólo estamos muy lejos de conocer la realidad en la que vivimos tal cual es, la verdad detrás de los hechos y de los acontecimientos, sino que resulta del todo insospechado para la mayoría hasta qué punto el sistema en el que vivimos está diseñado para someter a los seres humanos a un régimen de esclavitud disfrazado de lo que no es, que en el mejor de los casos nos permite vivir para trabajar con ciertas concesiones que nos hacen sentir que somos afortunad@s, y en el peor de los casos nos somete a un sufrimiento infrahumano. Resulta insospechado que, además de ser esclav@s, somos productos y agentes de consumo. Resulta insospechado hasta qué punto nuestros cuerpos inferiores: físico, energético, emocional y mental, han sido parasitados. Resulta insospechado hasta qué punto la mayoría de los seres humanos ha perdido su soberanía, ha cedido su poder y vive al servicio de un sofisticado sistema de control creado por aquellos seres o entidades, planetarias y extraplanetarias, que se han adueñado del territorio del planeta, de sus recursos materiales y energéticos y lo que es peor, de sus habitantes, mediante un sistema piramidal muy complejo que se sostiene por sometimiento, con una componente de extorsión que aumenta en el sentido descendente de la pirámide. Aunque quienes están arriba, como cabezas visibles del sistema, tienen más poder, recursos y privilegios, no son más libres que el resto de los humanos de estratos inferiores, sus mentes, poseídas por la avaricia, están más sometidas si cabe a este maquiavélico sistema de control, hasta el punto de que muchos de ellos han vendido su alma y renunciado a su evolución de consciencia.

Estamos tan acostumbrad@s a la esclavitud que no nos cuestionamos el tener que pagar a un precio muy elevado el derecho a la vida, el derecho al territorio, a la vivienda, a los recursos energéticos, a la alimentación, a la salud, etc. Estamos tan acostumbrad@s a la esclavitud que ni siquiera sabemos de nuestros derechos naturales, ni siquiera nos planteamos que los tenemos, y aceptamos como normal la privatización de la Tierra y de los recursos materiales y energéticos. Aceptamos, sin cuestionamiento ninguno, que nos dirijan, engañen y administren los miembros voraces y desalmados de gobiernos corruptos, vendidos a las grandes corporaciones, que en ningún caso velan por nuestros intereses ni por nuestro bienestar. Tan sugestionad@s y alienad@s estamos que nos tragamos y aceptamos como verdad la desinformación que nos llega a través de los medios masivos, mediante los que se difunden relatos ficticios que distorsionan la realidad y que nos atemorizan y disminuyen condicionando nuestras mentes y haciéndonos más y más manipulables.

El panorama es del todo aterrador, la misma disonancia cognitiva que nos causa oír hablar de la verdad de los hechos, causa que nuestra mente se cierre a descubrir la verdad. Sin embargo, hay una solución a todo esto.

Para sustraerse de este sistema que nos parasita, controla y esclaviza, lo primero que se precisa es saber que la realidad es mucho más vasta y compleja de lo que nuestros sentidos pueden percibir. Si me creo que aquello que percibo es todo lo que hay, me cierro a la posibilidad de expandir mi percepción y mi consciencia. Si soy consciente de la limitación de mi capacidad perceptiva, pero practico la observación atenta y sostenida de la realidad, empezando por mi realidad interna, mi capacidad perceptiva empieza a expandirse, aumenta la consciencia sobre la realidad y poco a poco accedo a un mayor conocimiento de los hechos. Si, en un gesto perspicaz, dejo de tragarme la desinformación de los medios y busco información alternativa por cuenta propia, me voy desintoxicando de la falsedad del relato oficial. Es algo muy importante lo que se está señalando aquí, porque la verdadera libertad se conquista a partir de la liberación de la propia mente. No hay proceso de transformación posible que no pase por un conocimiento profundo del yo, lo cual implica el conocimiento exhaustivo de la propia mente que nos va a permitir descondicionarla de las ataduras y limitaciones cognitivas. Para alcanzar un conocimiento profundo del yo y un conocimiento exhaustivo de la propia mente, hay que habituarse a la práctica de la atención sostenida, pero para que ésta sea verdaderamente efectiva, tiene que hacerse desde el anclaje en el Corazón, lo que a efectos prácticos se traduce en la capacidad de observar más allá del juicio. Esto quiere decir que tenemos un estrato superior de la mente, que está en conjunción orgánica con el centro Espiritual del Corazón, que nos permite observar incluso nuestros propios juicios a cerca de l@s demás o de nosotr@s mism@s sin que nos los creamos (una de las premisas del Agni Yoga). De igual forma, este anclaje nos permite observar nuestros sentimientos de culpabilidad y no validarlos, es decir, a pesar de que el sentimiento de culpa está muy arraigado en la psique humana y de nada sirve negar el sentimiento de culpabilidad cuando surge, sí podemos dejar de creer en la culpabilidad somo tal, y sustituir el concepto de culpabilidad por el de responsabilidad. El juicio, la culpabilidad y la obsesión son las debilidades de la psique humana condicionada y los pilares fundamentales del sistema de control.

Y es que este sistema desalmado que, dicho sea de paso, ahora se está cayendo, teme la conexión espiritual de los seres humanos que poblamos el mundo. Cuando estamos desconectados de nuestro propio Corazón es cuando juzgamos y nos creemos lo que juzgamos, creemos en la culpa y por ende culpamos y nos sentimos culpables. Si juzgamos nos sentimos culpables. Si nos sentimos culpables, condenamos. Si condenamos tememos la condena, nos obsesionamos y nos volvemos temerosos. Cuando el miedo nos domina estamos en modo supervivencia y en ese estado invertimos nuestra energía en satisfacer nuestras necesidades básicas y lo demás no nos importa. Es una cadena de mecanismos psicológicos sutiles que la mente maquiavélica que rige el sistema conoce muy bien y utiliza para socavar el discernimiento humano y frenar la evolución espiritual y de consciencia.

El reconocimiento de la propia realidad espiritual es un gesto imprescindible para la evolución de nuestra consciencia. Somos seres completos y creadores, mucho más poderosos de lo que creemos. Si las élites han invertido muchos planes y recursos en manipularnos es porque nos temen, temen el despertar que de forma orgánica y natural se está produciendo en los seres humanos del planeta Tierra. Nosotr@s, mujeres y hombres, somos much@s e inmensa mayoría en número. Las élites nos consideran seres humanos comunes y corrientes o lo que es peor, peones del sistema, de hecho, nos han manipulado y programado para ello; sin embargo, si reconocemos nuestro poder creador, no permitimos que nos lo usurpen y aprendemos a afinar nuestro proceso creativo enfocándonos en aquello que realmente importa, el sistema se queda sin peones y las élites y sus poderes tienen los días contados.

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