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COMUNICADO DE AMOR

   Acudo a la escritura porque tengo una necesidad profunda de reconciliación conmigo misma. Antes de empezar a expresar lo que me acongoja, quiero dar las gracias por la Vida, por todo lo que Ésta me brinda. Gracias por la acogedora casa en la que vivo y el maravilloso lugar en la que se ubica, gracias por su calor, gracias por los recursos que la han hecho posible, gracias por la compañía de mi perro, gracias por mi familia, gracias por mis maravillas amigas y mis maravillosos amigos, en definitiva, gracias por todo y por tanto que no puede ser nombrado.

   Hace mucho tiempo que aprendí que tenemos absoluta responsabilidad frente a la sucesión de acontecimientos que se van desplegando frente a nosotr@s en nuestro devenir, sea que seamos conscientes de nuestras creaciones o no, y que éstos, guardan total coherencia vibracional con la calidad de nuestra frecuencia interna. Este conocimiento, me llevó al pensamiento tranquilizador de que, en última instancia, la liberación depende exclusivamente de mí. Sin embargo, esto que parece una regla de tres simple, encierra grandes dificultades prácticas que tienen que ver, no sólo con la inercia distópica del entorno en el que vivimos, sino con la fuerte programación de nuestra mente condicionada tan adicta a viejos patrones mentales y reacciones emocionales.

   Estamos en un momento crucial y definitivo, en el sentido de que nuestro enfoque, ahora, tiene que ser impecable. Pero ¿qué quiero decir con impecable? Intentaré desglosarlo: Si nos identificamos con nuestros estados internos de baja frecuencia, nuestra frecuencia se densifica y atraemos más y más circunstancias y sucesos disfuncionales a nuestro campo. Esos sucesos provocan más y más estados internos de baja frecuencia, generándose así un bucle que nos atrapa y aparenta aprisionarnos. Es una experiencia desesperante y angustiante, a lo sumo cuando hay un anhelo consciente de manifestar y experimentar la elevada Realidad Espiritual de la Esencia que somos. De momento, aún no podemos controlar el devenir de las circunstancias externas, sin embargo, si podemos revisar cómo reaccionamos frente a ellas e incidir en nuestro interior para enfocarnos correctamente. Es muy importante tener en consideración que ser impecable no significa controlar o suprimir nuestras reacciones emocionales o anímicas. Eso no sirve para nada bueno, al contrario, se puede convertir en un explosivo que detonará desde el inconsciente. Sin embargo, enfocarme correctamente implica un ejercicio sostenido en el tiempo de profunda atención mediante el cual detecto mis identificaciones y las puedo modular. Volveremos a esta idea, pero prosigamos…

   Estamos tan familiarizad@s con la distopía, llevamos tanto tiempo encarnando en una realidad disfuncional, estamos tan acostumbrad@s al dolor y a la dificultad, y hay tal saturación en nuestra psique de conflictos, problemas, contrariedades e incluso abusos y ataques, que es muy fácil caer en la identificación con la víctima y quedar sumid@s en estados de baja frecuencia. Otra dificultad añadida, que en lo personal estoy ahora experimentando, es el resentimiento y el rechazo hacia aquellas personas que con sus acciones mezquinas vulneran nuestra paz y nos obligan a ponernos en guardia. No son momentos fáciles, porque la intensidad del apretón energético que estamos experimentando en estos tiempos cruciales de cambio saca a relucir nuestra realidad interna, así como la de nuestro prójimo, con el propósito de que la revisemos y nos ajustemos. Se caen las máscaras y se revelan los depredadores que acostumbraban a esconderse detrás de una elaborada personalidad de benignidad aparente.

   Lo primero y más importante que no podemos olvidar es que, si estos personajes aparecen en nuestra vida es porque los hemos atraído, desde un nivel que se escapa a nuestra comprensión, sin duda, con un propósito de aprendizaje. Como decíamos más arriba, suprimir o rechazar los estados o emociones que sus comportamientos nos suscitan, ni es el propósito, ni sirve de nada bueno. Entonces, la pregunta es ¿qué podemos hacer que realmente tenga sentido y propósito? Lo primero, sostener la intensidad de los estados internos que nos suscitan estas situaciones y responsabilizarnos por ellos. Observar las voces y discursos que surgen en nuestra cabeza y, ahí sí, detener de alguna forma los pensamientos obsesivos que tienden a volver una y otra vez al conflicto validándolo y perpetuándolo. Esto requiere de mucha mucha determinación y práctica. Pero lo siguiente y muy importante, es mantenernos referenciad@s en nuestra realidad espiritual, es decir, en nuestra Divinidad Interior. No sólo necesitamos invocarla constantemente, sino también remitirle nuestras limitaciones humanas y confiar en Ella la resolución de aquellos problemas que, desde la limitación humana, parecen irresolubles. Este tipo de situaciones son, así mismo, oportunidades perfectas para reforzar la autoestima, en lugar de dejarnos llevar por la desolación y el miedo. Son momentos para reforzar la confianza en el hecho de que tenemos un lugar reservado en el nuevo mundo que se está gestando, la confianza en nuestras propias potencialidades y su desarrollo, y en el hecho de que las semillas ya plantadas darán su fruto.

   Derivar las limitaciones y dificultades a nuestra Divinidad Interior no significa no acción. Precisamos tomar parte activa sobre todo revisando constantemente nuestro enfoque mental para detenerlo cuando se desboca y nos arrastra con su inercia destructiva. Es el momento de retirar nuestro pensamiento de las personas que nos desagradan para dejar de otorgarles poder. En la medida de lo posible nos alejaremos de su campo de acción. Si aparece el resentimiento y el rechazo de nada nos servirá rechazarlos y añadir más rechazo al rechazo; culpabilizarnos y presionarnos en este sentido no nos aportará nada. Es el momento para ejercitar la paciencia, abrazar nuestra propia limitación y cambiar de enfoque cada vez que volvamos a caer en ello. Enfocarnos y ocuparnos de cosas que nos agradan, que nos producen gozo y alegría, es tenernos en consideración. Es el momento de cambiar la resignación por el entusiasmo, el momento de aliarnos con las personas de bien y dedicar más tiempo a la Realidad Espiritual. Podemos ayudarnos de ejercicios metafísicos, de decretos e invocaciones. Todos los recursos de Luz son válidos, además de necesarios, para transitar a la nueva Realidad Liberada que se está gestando y de la que vamos a formar parte todos los seres de Corazón puro.    Por todo ello, yo, Sundari, deposito en manos de la Providencia la resolución del problema de relación que en estos días me está atormentando. Entrego a la Divinidad mis temores, así como mi resentimiento, pues desde mi yo humano, me siento absolutamente incapaz de vencerlos. Invoco toda la intensidad de la poderosa Llama Violeta de la Transmutación para que se mantenga actuando y activa en todo momento. Invoco así mismo el poderoso e imbatible Escudo Protector del Arcángel Miguel, para que la vulnerabilidad de mi yo humano permanezca protegida y me pueda despreocupar de tamaña hazaña. Y, por último, invoco la maravillosa Luz y el Solemne Poder de la Llama Dorada de la Iluminación para que me asista en la tarea de sanear mi mente, pues es mi deseo profundo y sincero de ser una vasija que contenga únicamente la Luz Amorosa del Espíritu. Decreto que mis invocaciones se reactivan automáticamente cada vez que sea necesario para que todo mi sistema interno permanezca en sintonía con el Propósito más elevado.

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