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NUESTRO MAYOR BIEN

   “Despiértate, tú que duermes, y ponte al día con tu bien”.

   Ahora me pongo al día con mi bien, porque antes de pedir, ya me ha sido concedido.

   La situación del mundo, en estos tiempos actuales, parece irresoluble, sin embargo, no importa cuán difícil parezca la situación, la Inteligencia Infinita conoce la salida. Si la mente no se vincula a la Supraconsciencia, es decir, si no se rinde a la Divinidad que mora en nuestro interior, jamás podrá activar las soluciones. Sin embargo, cuando trabajamos en alianza con la Divinidad, nuestro poder se torna absoluto. Es importante comprender que éstas no son palabras vanas, sino una verdad poderosa poco comprendida. Nuestra mente está tremendamente polarizada y percibe dos poderes opuestos: el bien y el mal, cuando en realidad el mal es mera apariencia y sólo existe un único poder: el bien. Por las apariencias y el cúmulo de experiencias de sufrimiento, el ser humano ha llegado a creer que el mal tiene más poder que el bien. Esta creencia ha llegado a estar tan arraigada en la psique y en el inconsciente colectivo que, sin darnos cuenta, no hacemos otra cosa que perpetuar el infortunio, pues nuestra fe en él se ha vuelto ciega. La humanidad ha llegado a vivir esclavizada por sus pensamientos limitantes de enfermedad, conflicto, soledad, carencia, etc. y los refuerza una y otra vez expresándolos constantemente con la palabra, mediante comentarios, críticas y quejas. Es aparentemente muy difícil escapar de esta trampa, pues la mente inferior está programada y su discurso se repite incesantemente impulsado por una fuerte inercia. Sé por experiencia de lo que hablo, pues me ha llevado toda una vida revertir la inercia de la mente inferior, y sólo recientemente, después de haber llegado a un punto desesperado de saturación y como respuesta a una profunda y honesta petición de ayuda, llegó a mi vida la valiosa aportación de la metafísica Florence Scovel Shin. En cuanto empecé a leer su obra supe que ella era la ayuda que yo estaba necesitando, pues, más allá del mero conocimiento de las verdades que se expresan en sus obras, está la fuerza de la absoluta convicción y la coherencia con la que Florence vivió y las escribió. Ella encarna la verdad, el compromiso y la coherencia, es por eso que su obra tiene tanto poder.

    Concédeme, oh Espíritu Infinito, tu visión, para que mis ojos sólo perciban la Verdad del Amor que constituye mi Esencia, de forma que toda apariencia de infortunio se desvanezca.

   Si bien mi anhelo de liberación late en mí desde siempre y mi devoción siempre ha sido grande, confieso que la inercia de mi mente sufriente casi acaba conmigo en estos últimos tiempos de tribulación en los que he atraído a mi vida algunas pruebas durísimas. El sufrimiento acarrea sufrimiento y es imprescindible comprometerse firmemente con la propia sanidad mental para dejar de perpetuar el infortunio. Sin ayuda es mucho más difícil conseguirlo.

   Florence Scovel Shin menciona en su libro “La puerta secreta del éxito” una ley importantísima, pero poco mencionada: la ley del acuerdo. Jesús dijo: “Otra vez os digo que, si dos personas se ponen de acuerdo en la tierra a cerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en los Cielos. Porque donde están dos o tres personas congregadas en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellas.”[1] Me explota el corazón de amor al leer estas palabras y mi conmoción es inmensa. Que sumamente tranquilizador resulta recordar esta verdad. Me brindo a modo de apoyo para reforzar la determinación de quien anhele la liberación. Me sumo a la determinación de quien conoce la verdad y la quiere proclamar.

   No juzgo por las apariencias, pues sé que, en el Diseño Divino, todas las cosas son permanentemente perfectas.

   Cualquier cosa que enturbie mi visión de la Tierra Prometida es entregada a mi Supraconsciencia, Ella se encarga de disiparla, cual humo arrastrado por el viento.

   Aquello que la Divinidad ha creado, nunca podrá ser disminuido. Sólo por nuestras palabras y pensamientos nos condenamos, por eso, yo entreno mi ojo interior para ver el éxito a través del fracaso, para ver la salud a través de la enfermedad y ver la prosperidad a través de la escasez; pues estoy fundamentada en una roca de verdad y rectitud.  


[1] Mateo 18 (pasajes 19 y 20).

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